No he tenido vacaciones ni mucho menos he disfrutado del verano, salvo un día seudo hipócrita que fui a Huanchaco. Hace cuatro meses que empecé a trabajar, algo extraño en mi porque siempre he pensado, y sigo pensando, que trabajar es la peor de las maldiciones ya que no te debes a ti mismo, si no a tu jefe, incluso tener un hijo resultaría menos complicado y más placentero que trabajar, como es el caso de muchos personas jóvenes que conozco, pero ese no es el tema.
Decía que como estoy trabajando no he disfrutado de las vacaciones (en realidad nunca las tuve) y es por ello que no me he complicado en pensar con las clases, como en oportunidades anteriores en las que mientras disfrutaba de alguna playa norteña, la sola idea de asistir a la universidad al día siguiente me atormentaba a mares.
Recuerdo mi primer día de clases, en ese entonces había ingresado a la facultad de Derecho y un día antes de mí DIA D fui a explorar las aulas, ubicándolas, diferenciándolas, recordándolas para que cuando vaya al día siguiente no me pierda como la gran mayoría de cachimbos. A las 7 AM los nervios me jugaron una mala pasada y terminé escuchando una clase totalmente desconocida para mi ficha de matrícula.
Ahora, luego de de cinco años y de muchos cambios (incluso de carrera, ahora estudio Ciencias de la Comunicación), historias, tropiezos, chotiadas, palteadas, exposiciones, jalados, caídas, errores, amistades hechas y otras que llegaron a su fin, amparitos, cuadernos rayados y copias de los cuadernos de otros, libros, tardanzas y el popular “cinco minutos más y me levanto”, diapositivas, amanecidas y otro montón de cosas más que a todos nos pasa mientras estamos en la universidad, el primer ciclo es el más anecdótico de todos.
En primer ciclo uno va temeroso por no conocer a nadie, salvo al amigo de la promo que también ingreso a la misma carrera pero que esa mañana no se levanto temprano, sin embargo con el pasar de los días empiezas a conocer a la gentita: al chancón (siempre hay uno en el salón), al gordo y por supuesto al flaco (ese soy yo) al negro (al que siempre cogen de punto) al jodido (¿por qué siempre hay un jodido?) al feo (más feo que el hambre) al medio medio y al papi, al tardón y al que nunca llega a clases, entre tantos otros con los que formas tu colla. Se convierte ley ir a todas las fiestas que organiza tu facultad, la facultad de tu amigo, la de tu enamorada, la de tu primo, la del vecino, los chupódromos los visitas a diario, vas a comer a Coloquios hasta que alguien te comenta que encontró una cucarachita en su plato o un poco de flema en su jugo, entonces lo cambias por Amparitos, pero luego piensas que estás engordando con tanta comida chatarra y optas por comprar una botella de agua mineral y beberla en clase. Puede que tu primera amanecida la hagas en este ciclo pero sería en vano. Se te pega frases como “vamos al Che” o "al Chesito", "vamos al taco", como quieres pagar menos ingresas a un taller (teatro es el más fácil), te diste cuenta que dan desayuno universitario y ahora comes gratis todas las mañanas, descubres tu bisexualidad y dejas tu E-mail en las paredes de los baños por si algún activo se anima a buscarte, te empieza a gustar tu profesor, como no tienes nada que hacer entre una clase y otra te sientas en el óvalo a esperar que el chico o chica que amas (y juras que es amor a primera vista) aparezca caminando distraído delante de ti. Durante este ciclo empezamos a hacernos universitarios.
Ya para 2do ciclo y en adelante nos acostumbramos a la rutina de: ciclo – vacaciones – ciclo – otra vez ciclo, pero de verano – ciclo de nuevo porque no tuviste vacaciones por el ciclo de verano – vacaciones – ciclo – trabajo – ciclo y trabajo – trabajo y ciclo – etc etc etc. Nuestras vidas se van volviendo monótonas, ocupadas, frías.
Supongo –y digo esto porque por pesimista –que cuando estemos empezando 10mo ciclo, miraremos el salón y nos encontremos incompletos, entonces la emotividad perdida por la rutina recobrará vida, pero con cierto aire de melancolía porque sabremos que será nuestro último ciclo. Claro, sólo lo supongo, porque aun no lo vivo.
Decía que como estoy trabajando no he disfrutado de las vacaciones (en realidad nunca las tuve) y es por ello que no me he complicado en pensar con las clases, como en oportunidades anteriores en las que mientras disfrutaba de alguna playa norteña, la sola idea de asistir a la universidad al día siguiente me atormentaba a mares.
Recuerdo mi primer día de clases, en ese entonces había ingresado a la facultad de Derecho y un día antes de mí DIA D fui a explorar las aulas, ubicándolas, diferenciándolas, recordándolas para que cuando vaya al día siguiente no me pierda como la gran mayoría de cachimbos. A las 7 AM los nervios me jugaron una mala pasada y terminé escuchando una clase totalmente desconocida para mi ficha de matrícula.
Ahora, luego de de cinco años y de muchos cambios (incluso de carrera, ahora estudio Ciencias de la Comunicación), historias, tropiezos, chotiadas, palteadas, exposiciones, jalados, caídas, errores, amistades hechas y otras que llegaron a su fin, amparitos, cuadernos rayados y copias de los cuadernos de otros, libros, tardanzas y el popular “cinco minutos más y me levanto”, diapositivas, amanecidas y otro montón de cosas más que a todos nos pasa mientras estamos en la universidad, el primer ciclo es el más anecdótico de todos.
En primer ciclo uno va temeroso por no conocer a nadie, salvo al amigo de la promo que también ingreso a la misma carrera pero que esa mañana no se levanto temprano, sin embargo con el pasar de los días empiezas a conocer a la gentita: al chancón (siempre hay uno en el salón), al gordo y por supuesto al flaco (ese soy yo) al negro (al que siempre cogen de punto) al jodido (¿por qué siempre hay un jodido?) al feo (más feo que el hambre) al medio medio y al papi, al tardón y al que nunca llega a clases, entre tantos otros con los que formas tu colla. Se convierte ley ir a todas las fiestas que organiza tu facultad, la facultad de tu amigo, la de tu enamorada, la de tu primo, la del vecino, los chupódromos los visitas a diario, vas a comer a Coloquios hasta que alguien te comenta que encontró una cucarachita en su plato o un poco de flema en su jugo, entonces lo cambias por Amparitos, pero luego piensas que estás engordando con tanta comida chatarra y optas por comprar una botella de agua mineral y beberla en clase. Puede que tu primera amanecida la hagas en este ciclo pero sería en vano. Se te pega frases como “vamos al Che” o "al Chesito", "vamos al taco", como quieres pagar menos ingresas a un taller (teatro es el más fácil), te diste cuenta que dan desayuno universitario y ahora comes gratis todas las mañanas, descubres tu bisexualidad y dejas tu E-mail en las paredes de los baños por si algún activo se anima a buscarte, te empieza a gustar tu profesor, como no tienes nada que hacer entre una clase y otra te sientas en el óvalo a esperar que el chico o chica que amas (y juras que es amor a primera vista) aparezca caminando distraído delante de ti. Durante este ciclo empezamos a hacernos universitarios.
Ya para 2do ciclo y en adelante nos acostumbramos a la rutina de: ciclo – vacaciones – ciclo – otra vez ciclo, pero de verano – ciclo de nuevo porque no tuviste vacaciones por el ciclo de verano – vacaciones – ciclo – trabajo – ciclo y trabajo – trabajo y ciclo – etc etc etc. Nuestras vidas se van volviendo monótonas, ocupadas, frías.
Supongo –y digo esto porque por pesimista –que cuando estemos empezando 10mo ciclo, miraremos el salón y nos encontremos incompletos, entonces la emotividad perdida por la rutina recobrará vida, pero con cierto aire de melancolía porque sabremos que será nuestro último ciclo. Claro, sólo lo supongo, porque aun no lo vivo.
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