lunes, 22 de junio de 2009

infeliz día huérfanos

0:00 AM
Me tomo la última cerveza de la noche.

0:05 AM
Converso con el inodoro.

0:015 AM
Me voy a dormir.

7:30 AM
Me despierto. Siempre me levanto temprano incluso si es domingo o feriado incluso si he tomado la noche anterior. Odio levantarme temprano cuando no tengo que hacer. Estoy en el departamento. Supuestamente hoy iba a trabajar para recuperar los días que falté, pero Arturo, mi jefe, no quiere que vaya, creo que creyó conveniente que pase el día del padre con el padre que no tengo o creo, que es lo más seguro, que debe estar revolcándose con alguien en la oficina. Encuentro afiches de la presentación del libro de cuentos de Bryce Echenique (nunca los pegué) con dibujos hechos a plumón por todo el suelo. Me pregunto si acaso los hice anoche. No lo recuerdo. Me saco el vestido negro que llevo puesto y me pongo algo decente para salir a comprar mi desayuno. No llevo mucho dinero conmigo, apenas unos soles que encontré en el suelo. Compro leche, pan, mantequilla y un bubbaloo que recibo a cambio de mi vuelto porque la señora no tiene sencillo. No hay nadie en el departamento. Desayuno tranquilo mientras veo un programa que trata de mensajeros que en bicicleta pueden hacer hasta 45 entregas al día en Boston. No me gusta el programa pero no lo cambio porque no tengo el control remoto y me da pereza cambiarlo manualmente. Lavo el vaso que usé para tomar leche y el plato donde puse los panes. Dejo todo en su sitio incluso la montaña de vajilla sucia que algún inquilino cochino y perezoso del departamento espera que otro lave para evitarse la fatiga. Regreso a mi cuarto y me da pena verlo en tal inhabitable situación. Pienso: Si el cuarto pudiera pensar pensaría que le tocó de huésped el peor de todos y me tendría pena. Duermo.

1:30 PM
Busco un lugar donde almorzar pero los restaurantes comunes y corrientes para estudiantes han cerrado. Seguro sus dueños han engordado sus billeteras durante toda la semana y hoy, día del padre, se han ido a comer a un restaurante que si valga la pena, donde no sirvan puré con moscas. Para mi suerte (o quizá no) El Abuelo está abierto. Su plato más barato es Ají de Gallina. No hay mucha gente almorzando en el local, apenas unas cinco personas solitarias que comen, resignados a su soledad, el plato de cinco soles. Llega al restaurante una pareja de jóvenes, al rato llega otro sujeto y se sienta con ellos y ordenan el plato de doble precio al mío. Los envidio. Los odio. Los maldigo en silencio y les deseo que su pollo venga con cucarachita. Me voy.

2:00 PM
Intento dormir pero no lo consigo. Me siento, me echo, me vuelvo a sentar, me vuelvo a echar, levanto las piernas, me echo de costado, me tapo con la frazada, me destapo, me vuelvo a tapar. No quiero estar en la cama, pero no tengo idea donde estar. De pronto se me ocurre el mejor de los placeres cuando uno está solo en la cama: leer. Mientras leo “El canalla sentimental” me doy cuenta que me parezco mucho a Jaime Baylys. Siempre termino pareciéndome a los personajes de las novelas que leo. De pronto recuerdo a Elizabeth porque la hermana de Martín, el novio de Jaime Baylys, se llama Candy y aunque Elizabeth no se llame Candy, se parece mucho a ella, no a la hermana de Martín sino a la del dibujo animado. Dejo de leer y empiezo a buscar mi celular. Lo encuentro debajo de la laptop. No tengo llamadas perdidas ni mensajes recibidos. Espero que Elizabeth me llame aunque sé que no lo hará.

8:00 PM
Estoy viendo Los Simpson. Hace buen tiempo que no veía televisión, no porque no quiera, sino porque ya no tengo tiempo para otras actividades que no sean ir a la universidad (prefiero decir ir a la universidad a decir estudiar), trabajar y sobrevivir. La familia amarilla no me da risa a pesar que siempre lo ha hecho. Suelto una carcajada fingida para engañarme a mi mismo.

10:20 PM
He ordenado una hamburguesa royal con chicha. A mi costado hay un sujeto borracho que no pasa la altura de mi hombro. Otro sujeto, que viene con él, sobrio, pide una chicha para su amigo. El chato borracho comienza a hablar en inglés pero su repertorio no pasa de decir: I don’t know, OK, I don’t know, OK, I don’t know, OK, I don’t know, I love you chato, refiriéndose al cocinero. Pienso: que conchudo. Luego parece que ya supiera algo porque empieza a decir: I know. I know, I know. Lo miro y sonrío de lo patético que pueden llegar algunas personas cuando toman o mejor dicho cuando no saben tomar. El chato agringado le habla en español al sujeto que viene con él. Le dice que lo quiere, que desea lo mejor para él, para Rubén, para Arturo, que por eso está haciendo todo eso, para que ellos sean felices y si ellos son felices, el chato borracho también será feliz. Luego le dice que lo ama y comienza a moquear. Pienso: pobre y triste huevón. Que un hombre llore delante de otro, cual fuere el motivo, es humillante. Me voy.

Camino. Trato de recordar a mi padre. Sólo recuerdo momentos en general, nada en particular, nada preciso, nada que valga la pena recordar. Regreso al departamento.

00:00 AM
Me tomo la primera cerveza de la noche.

sábado, 13 de junio de 2009

keisy

Royer recién iba a almorzar, entonces llamé a Karen para decirle que llegaría a las 4.30 PM a la casa de Fiorella para el Focus Group. No recuerdo exactamente lo que me dijo por teléfono, habló tan rápido que no me dio tiempo de procesar sus palabras, lo único que entendí es que máximo me esperaba hasta las 4.10 PM. Entonces llamé a Royer y le dije que nos encontraríamos en el gimnasio Planet porque la casa de Fiorella queda cerca de ese sitio, me dijo que iría lo más rápido posible, sin embargo algo me dijo que no llegaría, que iba a preferir salir con su gorda que ayudarme en mi trabajo. Llamé a Moli (quien debió ser llevada por Dante, quien en ese momento se iba a Chiclayo) para decirle que iría a recogerla a las cuatro y no un cuarto para las cuatro como habíamos quedado. Luego llamé a Keisy, quien sorprendida por la repentina llamada y luego de ponerme mil excusas para negarse ayudarme en mi Focus Group, terminó aceptando.

A Keisy la conocí el 18 de octubre del 2005. Dudo que ella se acuerde de la fecha, incluso dudo que se acuerde de cómo nos conocimos. La conocí cuando cursaba el 2do ciclo de la carrera de Derecho. Yo nunca me había atrevido acercarme a una chica para iniciar una conversación, soy bien tímido para esas cosas, pero Keisy me gustaba y sabía que si yo no le decía hola, soy Héctor y existo, jamás nos conoceríamos. Cada cierto tiempo me da arranques de locura y la tarde de aquel día, contra todo pronóstico y apuesta de amigos, y aunque haya sido rochoso, vergonzoso, ridículo y hasta patético, le hablé.

Toco la puerta de la casa de Keisy, nunca antes había ido. No estaba seguro que fuera su casa porque nadie salía. De pronto, cuando estaba por irme, apareció. Con el apuro no recuerdo si llegamos a saludarnos, subimos al taxi y fuimos a recoger a Moli. En el camino le explico de qué se trata el Focus Group o mejor dicho le explico qué es un Focus Group y le pido que mienta, falsee, invente datos que me ayuden en mi trabajo, pero ella no me escucha y cuando trato de llamar su atención me pregunta cómo he estado…

Siempre busqué oportunidades para decirle que me gustaba pero la timidez me ganaba. A veces quería invitarla a salir, pero le daba tanta vuelta al asunto que cuando me decidía ella conversaba con algún otro. Siempre he tenido problemas en invitar a alguien a salir, incluso si son mis amigas, porque luego se alucinan que uno está templado de ella y bueno fuera si quedara ahí, pero para alucinarse más se lo cuentan a sus amigas, quienes luego terminan preguntándome si es cierto que me gusta su amiga y por más que les diga que no, no me creen. Felizmente esto no pasaba con Keisy. No conocía a nadie de su grupo de amigos ni ella conocía a mis patas y, además, nunca la invite a salir.

Recogimos a Moli (no estoy seguro si así se escribe) y llegamos 4:15 PM a la casa de Fiorella, sin embargo nuestra querida amiga “hasta las 4:10 PM te espero” no llegaba y no nos quedó otra que esperarla alrededor de unos 15 minutos. Al cabo del tiempo llega, pero sus invitados andaban perdidos encontrando la dirección, así que salimos a su búsqueda. Los hallamos y Karen se encargó de llevarlos mientras yo compraba la gaseosa, momento en el cual recibo un mensaje de Royer disculpándose porque no irá. Empezamos a las 5:00 de la tarde y eso ya era tarde. Joysi se ofreció a servir de trípode de cámara, pero me dio pena, así que fui a la oficina de ARTCREA a pedirle prestado un trípode a Arturo, mi jefe, y sin preguntarme para qué lo quería me lo prestó.

Una vez acabado el ciclo dejé de ver a Keisy un buen tiempo. Rara vez nos encontrábamos en MSN. Pasaron dos años y recibí sorpresivamente un correo de ella. En él me escribía que a pesar de nunca vernos, siempre pensaba en mi y que le gustaría vernos algún día. Yo ya no pensaba en ella, en esos dos años había conocido a otra chica que ingratamente nunca me devolvió una llamada, nunca me escribió por iniciativa y nunca me visitó. No obstante comencé a salir con Keisy, salíamos a caminar, me vino a ver un par de veces, íbamos de compras y a comer y fuimos al cine, pero nunca entramos. Sin embargo otra vez nos dejamos de ver.

El registro videográfico del Focus Group iba de mal en peor. Para empezar desde la posición de la cámara no se llegaban a ver todos los participantes. Como era el comedor de la casa de Fiorella, quien gentilmente nos había ayudado en el trabajo, era justificable que su familia reciba visitas y el timbre suene a cada rato y que el bebé de su hermana lloré sin control y que se paseen delante de la cámara. Y por si fuera poco la cinta de la cámara de Karen se llenó a mitad del Focus Group.
Me llama Zayda al celular y me dice que está en la universidad y que vaya a pagarle ahora, porque tiene que hacer otras cosas y no tiene tiempo para esperarme, le digo que iré, pero cuando estoy por salir Joysi me detiene, me dice que no puedo irme hasta que acabe el trabajo. No digo nada. Al cabo de un rato Zayda me manda un mensaje de texto en el cual me dice que me apure, que tiene cosas urgentes que hacerch. Esta vez intento escaparme pero Joysi me descubre y me obliga a quedarme. Pasan 10 minutos y Zayda vuelve a llamarme, le digo que saldré de inmediato pero que mejor nos encontremos en Bellas Artes porque estoy un poco lejos de la universidad. Karen hace un break al Focus Group y aprovecho que Joysi esta sirviendo los bocaditos y la gaseosa para salir. Le pago a Zayda las dos entradas que me vendió para un concierto sinfónico donde ella cantará. Me promete que el concierto estará espectacular y yo le prometo que estaré en primera fila y seré el primero en aplaudirla.

Nos volvimos a ver unos meses después en la Feria del Libro de Trujillo, ella era vendedora de DIPUSA y yo parte de la organización de la Feria. Fuimos a comer y tomamos un café e hicimos planes para después de la Feria, pero otra vez dejamos de vernos.

Regreso al Focus Group y todo empeoraba. Karen, quien hacía de moderadora, opinaba más que los invitados, a la cámara de apoyo se le agotó la batería y por si fuera poco no llegué a probar ni un bocadito, que en realidad eran galletas margaritas. No recuerdo a que hora acabó el Focus Group, pero afuera llovía. Keisy me acompañó a mi departamento a dejar el trípode y recoger otras cosas para irme a la casa de mi mamá en San Fernando. Tomamos “la A1” de los micros morados y recordé esos días de universidad en los que nos íbamos conversando o mejor dicho en los que ella, como toda mujer, se iba conversando sola. Esta vez nos vamos parados y ella me cuenta que está criando cuyes y espera que para su cumpleaños, en enero, estén regordetes y pueda comérselos. Piensa hacer su cumpleaños como una fiesta patronal, dará cuy con ajiaco, adornará su casa con esos motivos y construirá un castillo pequeño de fuegos artificiales. Le digo que está loca. Ella me sigue contando sus planes, lo tiene todo detallado a pesar que falta 7 meses. Espera que el año que viene vaya a su fiesta. Le prometo que iré como quien promete estudiar cada vez que empieza un ciclo. Nos despedimos y me sugiere que un día de estos salgamos, le digo que la llamaré, pero cuando la veo irse sé que no la volveré a ver en un buen tiempo, y pienso que quizá ese es el ciclo natural de nuestra amistad: hoy nos vimos, talvez no nos veamos hasta el otro año.