Max está cocinando. Yo estoy en la mesa buscando palabras en el diccionario de ingles español que compré en Lima, antes de venirme a Estados Unidos. No hay nadie más en la casa. Podría tratarse de una escena gay, pero para mala suerte no lo es. Max coge un cuchillo pequeño y me lo lanza. Yo reacciono un poco tarde y llega a herirme en el brazo derecho. Max coge otros utensilios y me los lanza para herirme. Yo trato de esquivarlo mientras lo puteo. Max coge un cuchillo grande, muy grande y se dirige hacia mí. Yo recojo el primer cuchillo que me lanzó y trato de defenderme y a la vez atacarlo. Max me hace cortes en el brazo y parece feliz. Yo busco una oportunidad y le clavo el cuchillo en el estómago. Max cae al suelo. Yo le sigo atacando aun indefenso. Max muere y yo lo comienzo a descuartizar para luego guardarlo en la refrigeradora.
Camino de mi centro de trabajo a casa. Estoy cansado y voy lento y despistado. De repente un auto frena violentamente a mi costado y baja presurosamente un negro cuerpón y más alto que yo. Me propicia unos golpes y quedo noqueado. Despierto atado a una silla en una cochera amplia y sucia, llena de cachivaches y con poca luz. De pronto veo al negro que se aproxima hacia mí. Me habla en inglés. No lo entiendo. Maldigo la hora que no preste atención a mis clases de inglés. No sé qué decirle. El negro lleva en la mano un engrapador. Me engrapa la pierna y pego un grito como loca. Continúa hablándome en inglés y sigo sin entenderlo y lentamente me engrapa el cuerpo, las piernas, los brazos, el pecho e incluso la cara. El dolor que siento sumado a los golpes que me da provoca que me desmaye.
Estoy triste. Me siento en las gradas que dan para el patio trasero. Es de noche y estoy solo. De pronto el cielo se ilumina por un trueno y empieza a llover precipitosamente. Me gusta la lluvia porque excita mis sentimientos depresivos. El viento sopla con mayor intensidad y las hojas de los árboles me acompañan con su melodía. El clima va empeorándose, los vientos cada vez se hacen más fuertes y los arboles vanamente se resisten, muchos de ellos, los más débiles y viejos, son arrancados de su tierra. La puerta de vidrio detrás de mi revienta en pequeños trozos. Los truenos terminan su recorrido en las casas aledañas causando grandes destrozos. Pienso que estoy solo en la ciudad, que todos la evacuaron en su momento y se olvidaron de mi, incluso las ardillas y los gatos que solían acompañarme cuando estaba solo ya no están. Y cuando estoy pensando en todo lo que me falto hacer en la vida, todo se apaga.
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